GRITOS DE UNA TURBA SEDIENTA DE INQUIETUD
Puedes
maldecir el insomnio, pero siempre acaba llegando
como gritos
de una turba sedienta de inquietud,
que se va
apoderando de tu cuerpo, hasta torturarte
con un
pensamiento que logra robarte el sueño,
arrancando
de ti esa dosis necesaria de descanso
que requiere
tu ser, para no convertirse en una sombra
cansada de
aquello que solías ser el día anterior.
Inútilmente,
te refugias en un lecho sobre
el que
depositamos nuestro cuerpo, ávidos de un reposo
que no
llega, mientras tus ojos continúan clavados en el techo
como si
estuvieran fijados por cadenas de reproches
que lastran
tus párpados.
Finalmente,
cuando crees empezar a dominar
tu batalla
contra el insomnio, el despertador sonó,
y debes irte
al trabajo con el eco de aquella
turba
sedienta de inquietud que robó tu sueño.
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