AUNQUE TÚ NO LO SEPAS
Cruzamos dos
miradas fugaces
que se
perdieron entre un océano de gente.
Al día
siguiente, volvimos a coincidir,
e
inexplicablemente, mis ojos buscaron los tuyos
nuevamente
entre la multitud.
Ya perdí la
cuenta de las veces que,
vuelvo aquí,
para que mis ojos se citen con los tuyos
en un
furtivo duelo de aguantarnos la vista.
Admito que,
consigues robarme una sonrisa y
he comenzado
a llamarte mi dulce desconocida,
aunque, tú,
no sepas que existo.
Autor: José Sánchez Llamas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario