DESPUÉS DE TODAS LAS MUJERES QUE AMÉ
Después de
todas las mujeres que amé,
los besos
que no di y los cuerpos que nunca olvidé,
quedaron las
traviesas cenizas de la impotencia.
Aquel amor
que ardió en mí con el fuego
de un
caluroso verano enfurecido, que azotaba la piel
con utópicas
imágenes exaltadas de deseo
y
sensualidad desbordante, frenadas por la torpe
cordura de
este loco que pudo devorar el mundo,
sin embargo,
decidió ser honrado antes que ambicionar
más
problemas de los que ya tenía.
De todas las
mujeres que amé,
maldigo los
besos que no di, y en momentos como este,
escribo
sobre los cuerpos que nunca olvidé.
Autor: José Sánchez Llamas.
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