DENTRO DE AQUEL LABERINTO
Dentro de
aquel laberinto, la madrugada
aullaba su
tristeza recorriendo sus muros,
impregnando
la noche enmudecida de soledad.
Acariciando
sutilmente mi rostro inmóvil
con el
silencio doloroso de su tiempo,
crecía mi
locura mientras trataba de esconder el miedo
con un gesto
desafiante hacia lo desconocido.
Entonces
grité, y mi corazón rugía coraje,
pero la oscuridad
seguía sin ofrecerme ninguna respuesta,
no daba
muestras de cuando atacaría, simplemente,
esperaba…
¿esperaba por mí, o por que saliese huyendo
como tantos
otros intentando encontrar una salida?
Ella seguía
agazapada, camuflada con su manto negro,
pero podía
sentir como me observaba desde cerca,
como si
estuviese midiendo el valor de su presa
y las
fuerzas de la misma.
El pánico me
mantuvo alerta ante aquella amenaza recóndita,
y juro que
sentí temor como nunca antes…
De repente,
pude contemplar como emprendía su retirada
gradualmente,
al comenzar a amanecer tras de mí, pero yo
no podía
dejar de mirar fijamente aquella penumbra
hasta verla
desaparecer completamente.
A día de
hoy, no sé porque no acabó conmigo
cuando era
tan vulnerable, pero por culpa de aquello
padezco
insomnio… Es cierto que ya no estoy
en aquel
laberinto, pero cada noche esa misma oscuridad
visita mi
ventana, me acecha con la esperanza
de que al
sentirme a salvo me vuelva confiado,
y pueda,
entonces, arrebatarme lo que considera suyo
desde
nuestro encuentro.
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