DE TANTO VIVIR LA VIDA
De tanto
vivir la vida se fueron muriendo lo sueños.
Aquellos en
los que, tú, eras mi patria, tu piel mi bandera
y mi
religión eran tus besos.
De tanto
amarte quise querer tenerte mientras huías de mí,
en silencio,
con la triste melodía de un suspiro.
Así, fueron
pasando los años y todo se fue desgastando.
Admito que,
todavía te pienso, pero es cierto que ya no
tengo nada
más que entregarte. Te llevaste, sin saber,
la pasión de
todo ese tiempo, la creatividad ingenua
de alguien a
quien conseguiste robarle el sueño.
Ahora, en
mis noches, simplemente, duermo
y al
despertar no recuerdo nada, porque mi pecho
está vacío
de ti, y las lágrimas de aquel dolor
sirvieron
para curtir mi piel y convertirse
en la mejor
lección: la de no entregarse tanto a nadie.
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