MALDITA VOZ
De repente,
un día, escuchó una voz que nadie más oía,
y el tic-tac
de su reloj cambió el rumbo que orientaba sus pasos.
Todo comenzó
a ser más siniestro y oscuro, alguien amenazaba
susurraba y
sonreía con el mal que sembraba constantemente.
La gente
nunca llegó, verdaderamente, a comprender la magnitud
de aquel
escalofrío aciago y triste que recorría su piel
cuando
regresaba la voz a visitar su cuerpo, pero dicha presencia
fatal no
había venido de visita, se acomodó en sus pensamientos,
tildó con
dudas sus rutinas, ahuyentó su sueño para dejarle desvelo.
Definitivamente,
la voz había venido para quedarse.
Autor: José Sánchez Llamas.
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