UNA TRISTE Y LENTA CARICIA
Te amé con
la serenidad con que una lágrima
desciende
por el rostro, con su triste y lenta caricia,
con su
delicado tacto, y su inercia a precipitarse
cuando la
emoción supera la frontera lo sensible.
Te amé con
la piel en llamas y sin camisa,
desprotegido
de aquella luz que irradiabas
y que abraso
mis alas cuando volaba en tu cielo
con la
suficiente fe de que nunca descendería.
Quizás, no
sea más que los restos de aquellas cenizas
que
calcinaron de amor mis huesos,
mientras te
ofrecía lo mejor y lo peor de mí.
Quizás, no
sea más que esa lágrima que,
hoy,
desciende por tu rostro mientras
me alejas de
ti.
Autor: José Sánchez Llamas.
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