UN DÍA DE COMPRAS
Llega el día
en el que estás comprando, y sientes una mirada
clavada en
ti. De repente, te vuelves y contemplas
un rostro
conocido y cargado de antigua complicidad,
pero con el
gesto serio y sin articular una sola palabra,
la persona
sigue con su compra y vuelve a mirarte
unas cuantas
veces más, y de repente se le acerca un niño,
y la llama
“mamá”..
Entonces
saludo, y te pregunto: ¿cómo estás?,
veo que los
años te han tratado bien, sigues tan preciosa
como
siempre, y yo por mi parte, menos macarra que nunca.
Te pregunto
por el niño, y avanzamos en una conversación
normal entre
dos personas que se reencuentran, y se intentan
poner al día
de la vida del otro…
Pero lo más
triste, es que ese rostro no me saludó, simplemente,
me dedicó un
par de tristes miradas a las que, por mi parte,
sólo pude
responder con silencio, y jamás tuvimos
esa
conversación, más allá de mis ganas por hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario