EL ÚLTIMO JUICIO DE MIS LABIOS
En el último juicio
de mis labios
la piel confesó su
locura transitoria
que el deseo
materializó en un infinito
tiempo indefinido
anidado en el rompeolas
de tu lengua, durante
la tormenta
de un arreciante
instinto.
En el último juicio
de mis labios,
admito que estuve
abocado a ti,
mientras
representabas al abogado
que a bocados me
devoraba el alma.
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