LÁGRIMAS DE ESCARCHA
En un cruce de
destinos la rosa entregó
sus lágrimas de
escarcha al amanecer
que recorría cada uno
de sus pétalos
con el vértigo de una
lenta caricia de consuelo.
La rosa confesó que
el hombre la había alejado
de todas sus hermanas,
arrebatando a las más bellas
y dejándola apartada
en medio de la nada...
Tuvo miedo a
florecer, a correr la misma suerte
que las otras, a
abandonar las raíces de su hogar
y marchitarse en la
distancia, mientras su cuerpo
se baña como el poema
de un otoño anticipado.
El día, abrazó y
acompañó la soledad de la rosa,
pero se alejó al
llegar la noche, y ella volvió a estar triste,
a sentir el miedo de
que el hombre regrese cercenando
la paz de su hogar…
ella no quería convertirse en un trofeo.
Desde entonces, el
sol la visita cada mañana,
permaneciendo en
silencio, como el amor imposible
de dos almas
condenadas a separarse.
Autor: José Sánchez Llamas.
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