LA COARTADA PERFECTA PARA SEGUIR AMÁNDOLA
Aquella noche mis
besos
fueron sellando en su
espalda
la ruta a seguir por
nuestra fantasía,
mis labios paseaban
por el delicado tacto
de su piel en cada
roce de mi boca con sus sentidos,
y sin tocarla... mi
aliento acariciaba su piel
recorriendo su cuerpo
de forma cálida y acogedora
para abrazarnos sin
abrazarnos,
para sentirnos sin
tocarnos,
deleitando el éxtasis
de nuestro amor
con cada marca
invisible
que dejábamos en
nuestros cuerpos,
albergando el gozo de
nuestras sombras
al fundirse en un
único ser,
y la tez de su rostro
me ofrecía
una nueva sonrisa cómplice
de mi mirada.
Aquella era la
coartada perfecta
para seguir amándola.
Autor: José Sánchez Llamas.
Aquella era la coartada perfecta
ResponderEliminarpara seguir amándola.