MELANCOLÍA ANUNCIADA
Hubo noches en las
que sentir cada uno de tus latidos
se convertía, para mí,
en la mejor canción de cuna.
Así, reposaba mi
cuerpo entre tus brazos,
abrazado a tu sueño,
mecido por la paz de tu reposo.
Es cierto, te
necesito...
No puedo dormir sin
que tus besos arropen a mis labios,
sin sentir tu
respiración serena y tranquila
durmiendo a mi lado,
sin sentir la suavidad tranquila de tu piel
arropada por mi
cuerpo.
Ahora sin ti, sufro
de insomnio y tengo que pasar la noche
acompañado por el
hueco de tu vacío en mi cama.
No te imaginas que tortura
tan odiosa sufro,
tortura que aumenta
cuando amanece,
y me marcho al trabajo sin nadie de quien
despedirme,
sin nadie a quien
intentar no despertar cuando me levanto.
Era tan dulce
contemplarte dormida...
Conseguías con esa
imagen que empezase bien el día,
me marchaba sonriendo
sabiendo que al volver te encontraría,
ahora temo tanto
llegar a casa...
Detesto esta
monotonía de no tenerte,
esta tediosa rutina
cotidiana,
este sentir que sólo
siente soledad,
esta sensación de
estar cayendo en un abismo sin fondo
donde se esconden los
fantasmas del pasado y el miedo.
No hay nada que salve
a este Ícaro, que te conoció un día,
y se construyó unas
alas
para salir del
laberinto en el que se encontraba
y por querer
acercarse al sol de tu luz,
acabó destruyendo sus
alas
por intentar volar
más cerca de ti,
y ahora se encuentra
cayendo en un inevitable final.
A veces, los
recuerdos se convierten en emboscadas
de una melancolía
anunciada.
Autor: José Sánchez Llamas.
A veces, los recuerdos se convierten en emboscadas
ResponderEliminarde una melancolía anunciada.