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lunes, 21 de noviembre de 2022

EL SENTIDO DE LA VIDA

 

EL SENTIDO DE LA VIDA

¿Cuál es el precio por vivir y cuáles son sus recompensas? y ¿Dónde queda entonces el sentido de la vida?

Comencemos por las causas y consecuencias. Nuestra causa de vida es que somos fruto de la relación entre nuestros padres y nuestra vida es su consecuencia y una vez en ella debemos encontrar un trabajo que sustente nuestros gastos generando unos ingresos, no sin antes atravesar un proceso de aprendizaje que durará una existencia completa. Aquí, podríamos analizar el precio (emocional, sentimental, etc.) y desgaste (físico y mental) que pagamos a diario, acumulando todos esos pequeños o grandes daños a un calendario de cicatrices internas que marcarán nuestro carácter y visión del mundo. Tendremos entonces dos opciones: aprender de ellas y seguir luchando o caer por el daño de las mismas y que nos cueste volver a levantarnos. Porque si algo debemos tener claro, es que la vida golpea y no existe una vida sin daños.

Conoceremos la fe y no hablo, estrictamente, a nivel religioso sino la fe en otras personas y en nosotros mismos. Descubriremos que se puede volar en los sueños y viajar hacia un destino por el que merece la pena luchar y durante eso llegará, entonces, el miedo y el vértigo que provoca asomarse a un sueño.

 Conoceremos la sensación de la duda y la frustración cuando fracasemos la mayoría de veces que lo intentemos, pero también, existirá esperanza.

Conoceremos el sufrimiento de amar que, llegará a nosotros a modo de ilusión a la que aferrarnos, después se transformará en angustia generada por las dudas y finalmente tendrá dos vías: felicidad (si es correspondido) o dolor (en caso de no serlo), pero para reponerse a esta última vía el mejor método es la aceptación. Cuanto antes aprendamos a aceptar nuestra situación en general menos sensación de malestar ha de provocarnos. Aquí, es donde entrarían las recompensas de una vida. Creo que debemos considerar lo bonito que recibimos de la vida cuando somos felices y esta felicidad es causada por el amor… hacia una persona, hacia una sonrisa que te cambie un mal día, hacia un paisaje que haya conseguido que merezca la pena vivir ese momento. Todo aquello que consiga generar en nosotros el sentimiento de plenitud sería el pago positivo que la vida nos da, pero también estaría el pago negativo de la vida cuando se genera la pérdida de un ser querido, cuando nuestra situación genera y provoca negatividad. Es entonces, cuando la vida nos duele y golpea: pero no por ello hay que rendirse, sino que esas dificultades a superar deben convertirse en nuestra motivación para demostrarle a la vida que podemos cambiar nuestro destino.

A lo largo de nuestra existencia, también, tendremos la ocasión de generar algo tan bonito como es la vida, igual que hicieron nuestros padres, y de adoctrinar a nuestros hijos porque siempre querremos que se conviertan en algo mejor de lo que hemos sido nosotros mismos. Pero no hay que olvidarse de otro proceso vital como es la soledad y, aquí, conviene hacer una introspección para aprender, sobre todo, a convivir con nosotros mismos, porque a fin de cuentas nuestro peor enemigo siempre vamos a ser nosotros mismos y debemos firmar treguas en nuestras guerras internas, valorarnos y querernos más, porque somos nuestro principal compañero en este viaje de la vida.

Finalmente, llegará la senectud y haremos memoria de lo vivido y de las ocasiones perdidas, de nuestros éxitos y fracasos, victorias y derrotas, risas y cicatrices… hasta que llegue nuestro último instante: aquel en el que todo acaba.

¿Cuál habrá sido, entonces, el sentido de nuestra vida?

Creo que la respuesta es la lucha, porque es aquello que nos motiva a continuar viviendo, bien sea por el poder y la magia que tienen los sueños que intentamos realizar, aunque suenen utópicos, pero no cesamos en el empeño de materializar, o bien sea por otro tipo de lucha, la lucha no por nosotros sino la lucha por alguien. Somos soldados condenados a morir por un destino, pero en nuestra guerra cada batalla de los días cuenta y de nosotros depende el tono con que pintar la muesca en el calendario.


Autor: José Sánchez Llamas.

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