PARAGUAS ANÓNIMOS
Aquella tarde, mi
mirada quedó clavada en la ventana,
sin más imaginación
ni fantasía que la que tenía
ante mis ojos en un
transitar de paraguas anónimos
sobre aceras mojadas,
y si embargo, yo sólo
podía esperarla...
aguardar ese breve
instante en el que el tiempo
se detiene para que
la contemple, la sienta
y me enamore cada día
con su cotidianidad.
Desconozco la
magnitud de mi locura,
la razón por la que
cada tarde
busco siempre la
misma ventana
a la espera de ser
conquistado, únicamente,
con el atractivo de
su presencia.
Autor: José Sánchez Llamas.
Aquella tarde, mi mirada quedó clavada en la ventana,
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ante mis ojos en un transitar de paraguas anónimos
sobre aceras mojadas