NUESTRO OTOÑO
He vuelto a ser yo en
esta sabiduría de nuestro otoño
que revuelve el
viento jugando
con tiempo que se
marchita,
arrugando la piel que,
tantas veces,
nos entregamos sedientos
de primavera y febriles de verano,
dejando que toda
aquella pasión nos devorase
hasta saciar sus
infinitas ganas.
Tras esa locura de
amarnos llegó a nuestras vidas
la maldita cordura de
alejarnos, de permitir
que nuestros
recuerdos cayesen al suelo,
y sólo podamos vernos
mediante la brisa
que revolotea nuestra
memoria y nos trae, de nuevo,
la voz de aquellos
sentimientos que vemos
desde el balcón de
nuestro presente.
No debemos dejar que
siga la vida marchitándonos,
por lo menos, sentimentalmente,
porque sigo sediento
de ti, hambriento de tu locura,
enfermo de tu
calentura...
sobre todo, sigo
aquí, con ganas de estar ahí,
en ese tiempo que se
marchita,
en esos momentos que
compartimos.
He vuelto a ser yo en esta sabiduría de nuestro otoño
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con tiempo que se marchita