MEMORIAS DE UN SUICIDA
Confieso que, a
veces, siento ganas de morir,
de ser ese capitán
cobarde
que abandona su barco
de la vida y huye
sin saber si se
salvará o no, pero lo deja todo atrás.
Muchas veces intente
acabar con mi vida
de la forma más fácil
y bohemia,
posando una navaja
sobre mi piel,
sintiendo el frio
tacto de su filo
deslizándose por mi
piel,
sabiendo que si
aprieto un poco más
no habrá vuelta
atrás...
Pero nunca tuve el
valor necesario
o olvido preciso para
no pensar
en las consecuencias
de mis actos.
Otras veces, me
quedaba con la mirada perdida en el vacío
intentando calcular
cuánto tardaría mi cuerpo
en estrellarse contra
el suelo,
me hipnotizaba la
distancia a recorrer,
pero siempre
terminaba despertando
y volviendo a la
realidad de mi mundo.
También practiqué la
forma de hacer un nudo
del que pudiese colgar
mi cuello
y quedar suspendido
hasta asfixiar
estas ganas de morir,
pero nunca lo hice...
Tal vez, no sea aquel
capitán cobarde
que creía ser.
Autor: José Sánchez Llamas.
Tal vez, no sea aquel capitán cobarde
ResponderEliminarque creía ser.