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domingo, 13 de abril de 2014

MELANCOLÍA ANUNCIADA

MELANCOLÍA ANUNCIADA

Hubo noches en las que sentir cada uno de tus latidos
se convertía, para mí, en la mejor canción de cuna.
Así, reposaba mi cuerpo entre tus brazos,
abrazado a tu sueño, mecido por la paz de tu reposo.
Es cierto, te necesito...
No puedo dormir sin que tus besos arropen a mis labios,
sin sentir tu respiración serena y tranquila
durmiendo a mi lado, sin sentir la suavidad tranquila de tu piel
arropada por mi cuerpo.
Ahora sin ti, sufro de insomnio y tengo que pasar la noche
acompañado por el hueco de tu vacío en mi cama.
No te imaginas que tortura tan odiosa sufro,
tortura que aumenta cuando amanece,
 y me marcho al trabajo sin nadie de quien despedirme,
sin nadie a quien intentar no despertar cuando me levanto.
Era tan dulce contemplarte dormida...
Conseguías con esa imagen que empezase bien el día,
me marchaba sonriendo sabiendo que al volver te encontraría,
ahora temo tanto llegar a casa...
Detesto esta monotonía de no tenerte,
esta tediosa rutina cotidiana,
este sentir que sólo siente soledad,
esta sensación de estar cayendo en un abismo sin fondo
donde se esconden los fantasmas del pasado y el miedo.
No hay nada que salve a este Ícaro, que te conoció un día,
y se construyó unas alas
para salir del laberinto en el que se encontraba
y por querer acercarse al sol de tu luz,
acabó destruyendo sus alas
por intentar volar más cerca de ti,
y ahora se encuentra cayendo en un inevitable final.
A veces, los recuerdos se convierten en emboscadas
de una melancolía anunciada.


Autor: José Sánchez Llamas.


1 comentario:

  1. A veces, los recuerdos se convierten en emboscadas
    de una melancolía anunciada.

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