SIN GARANTÍAS DE TIEMPO
Intento conservar
cada detalle
memorizando hasta el
último de sus gestos,
sintiendo la presión
exacta con que su brazo
se agarra al mío para
pasear
aferrándose a la piel
que dio vida,
y hoy vela por ella
hasta el odiado final
en el que el tiempo me
la robe
y nos separe para
siempre.
Aunque, a veces,
quisiera irme con ella
cuando ella se vaya
con la tranquilidad de
saber
que la cuidé hasta el
final...
Tal vez, el propósito
de mi vida fuera ese,
y ése sea el sentido
de mi existencia.
Uno de mis mayores
miedos
es olvidar un día el
tono de su voz
y su forma de
llamarme...
Pero, ahora sigo
guardando cada
gesto de su rostro al
sonreír,
intentando hacerla
feliz en todo lo que puedo,
aunque no sea
prefecto y, a veces, me equivoque
sobreprotegiéndola
del mundo
para que no sufra más
de lo necesario.
Ahora, me doy cuenta
de aquella juventud
que malgasté por no
pedirle los abrazos
que hoy nos entregamos
sin motivo
y que tanto nos
reconforta...
En esos instantes
intento alargar el momento,
reprimir las lágrimas
para que no me vea llorar
y me dedico a
sentirla más allá de su enfermedad.
En momentos como ése
me doy cuenta
del gran regalo que
es la vida
y me quedo con lo
positivo
del bienestar que me hizo
su abrazo.
Llevo años en los
que, francamente,
no me importa nada,
y si me apetece
besarla la beso,
y si tengo ganas de
abrazarla la abrazo
y me olvido de que mi
día fue un caos.
Porque ahora, sé
disfrutar de ella y su compañía
valorando cada gesto,
cada caricia, cada instante
como si fuese el
último,
ya que el tiempo no
me puede
garantizar el
próximo.
Intento conservar cada detalle
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