EL SABOR INOCENTE DE LA FIDELIDAD
En su mirada podía
divisar un firmamento
infinito de ilimitada
pasión,
que se entregaba a los
instintos innatos
de cada una de mis
caricias,
mientras desnudaba su
piel
acallando con besos
sus palpitantes suspiros,
que me entregaba como
voraces voces fugaces
que desgarraban mi
deseo más latente.
Sus labios, todavía,
tenían el sabor inocente
de la fidelidad, los
míos rebosaban desengaño,
y pude corromper su
alma
con mi tentación más
perversa y depravada:
le ofrecí todo lo que
soy,
y aceptó entregarse.
Sus labios, todavía, tenían el sabor inocente
ResponderEliminarde la fidelidad, los míos rebosaban desengaño