PÁNICO TRAUMÁTICO
El miedo se aferró a
mis piernas
clavando mis pies al
suelo
como los cimientos de
un pánico traumático
que iba ascendiendo
lenta y dolorosamente por mi ser,
como una tenebrosa
caricia desconocida y tétrica
que invadía mi cuerpo
estremeciendo mi alma
hasta acorralarla en
su última frontera de vida,
esa delgada línea que
la separa de mi piel
y la hace sentir por
mí todo aquello que nos sucede.
Estaba solo ante la
peor de mis pesadillas,
sin escondite alguno
para alejar mi rostro
de aquella
terrorífica visión
que se aproximaba
hacia mí con paso firme y decidido.
Aquella procesión de
difuntos venía a cobrarse
el pago por haber
malgastado mi tiempo ,
por haber derrochado
mi vida sin darle ningún sentido,
y más allá del
arrepentimiento encontrado
en este instante supe
que no era suficiente
para expiar mi pena y
saciar su sed
de nueva y eterna compañía.
Entonces me acordé de
Dios y la fe que había perdido
para implorar en vano
otra oportunidad
mientras la muerte
afilaba su guadaña contemplándome
fijamente, pues era
una presa fácil.
Volví a suplicar por
aquello que no había sabido apreciar
durante todo este
tiempo hasta desgastar mi voz,
y entonces sólo quedó
silencio ante un veredicto claro.
Cerré los ojos
esperando un final y un comienzo...
Ahora sería uno más
en aquella procesión penitente
de corazones ausentes
que olvidaron
el clamor de su último
latido suplicando piedad.
Cuando la calma de mi
última reflexión
se desvaneció abrí
los ojos empapado
en un sudor tan frio
como el de mi última visión.
Pero, jamás supe si
desperté y todo aquello
había sido una
advertencia del destino,
o en realidad la muerte se había cobrado
su precio y estaba
viviendo un sueño
mientras acompañaba a
otros cuerpos
desfilando para
cobrar otras vidas.
Autor: José Sánchez Llamas.
El miedo se aferró a mis piernas
ResponderEliminarcalvando mis pies al suelo
como los cimientos de un pánico traumático
que iba ascendiendo lenta y dolorosamente por mi ser