DEUDA DE SANGRE
La madrugada saldó su
deuda de sangre
mientras escuchaba
cómo se ahogaba su grito
moribundo y
desgarrado
que nadie auxilió.
Su vida se apagaba
con un misterioso
gesto de sorpresa
entre el ruido
de unos pasos que se
alejaban rudos
para confundirse con
el silencio
que precedía a la
nada.
Esa nada que antecede
a lo inevitable,
la misma maldita
calma que precede
a las lágrimas y una
última reflexión
que recuerda si
realmente vivir
mereció la pena.
Autor: José Sánchez Llamas.
La madrugada saldó su deuda de sangre
ResponderEliminarmientras escuchaba cómo se ahogaba su grito
moribundo y desgarrado
que nadie auxilió.