BESOS CON SABOR A RUTINA
Nunca quise olvidar
la caricia, el tacto,
el sabor y la intensidad
de su primer beso,
aquel que quebrantó
la timidez de nuestros labios
y nos hizo lanzarnos
hacia el vacío de nuestras bocas,
uniendo, así, dos
cuerpos que buscaban
la furtiva insensatez
de nuestra cordura fugitiva.
Ahora sé, que no
quiero recordar otra cosa suya
más que ese beso, y
la increíble sensación tranquila
de bienestar que
galopaba por mis venas.
Reconozco que extraño
cada vez más aquel beso,
sobre todo, ahora que
su piel es cada vez más fría
al contacto con la
mía,
que ya no jugamos a
inventar caricias
y nuestros besos
terminan, siempre,
teniendo sabor a
rutina.
Autor: José Sánchez Llamas.
Nunca quise olvidar la caricia, el tacto,
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