DISTRAYENDO A MI SOLEDAD
Envejezco, y la
soledad se convierte en la compañera
y consejera de mi
tiempo creando horas de vacío
en las que únicamente
obtengo respuesta de mi pensamiento.
Es entonces, cuando
creo volverme loco
y salgo a la calle
para ser un desconocido más
en el mundo de la
gente conocida.
Paseo sin rumbo, sin
destino, ni orientación de mis pasos
hacia lugares en los
que pueda distraer
a la voz de mi conciencia
que no cesa de
repetirme que sienta, que nunca olvide...
y sin embargo, lo
daría todo por olvidar su último beso,
la última mirada de
sus verdes ojos.
Entonces, cuando creo
que ya nada puede hacerme sentir peor,
cuando el cruel y caprichoso
destino pone frente a mí
la imagen de dos
adolescentes comiéndose a besos,
y siento envidia de
aquellos labios,
de aquella época en
la que me besabas y te besaba
sin importarnos el
tiempo, ni la soledad del mundo,
porque nos teníamos
el uno al otro.
Autor: José Sánchez Llamas.
Envejezco, y la soledad se convierte en la compañera
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en las que únicamente obtengo respuesta de mi pensamiento.