GUERRA CONTRA LA SOLEDAD
No elegí esta
soledad, pero he sido su idílico compañero
todos estos años. Reúno
todo lo que ella
puede esperar de alguien
como yo y,
a la vez, la soledad
es tan chica que puedo
llevarla a cualquier
parte.
La mayor parte del
tiempo supone una carga,
frustrante, que
aprisiona a mis egoístas ganas
de compartir sentidos
pero, a veces,
necesito de ella para
que mis ideas se ordenen,
para escuchar por un
instante mi propia voz.
La soledad eligió mi
vida, y yo soy su capricho.
Muchas veces intenta
desestabilizarme,
y por eso intento
estar conmigo el tiempo justo
para evitar que me
atrape en su red de desánimo…
No sé donde encuentro
las fuerzas para luchar,
pero el caso es que
voy combatiendo los días
esquivando balas de tristeza
y silencio, y aún así,
sigo vivo y con ganas
de seguir peleando,
con ganas de derrotar
la invisible sombra
que me envuelve con
su posesivo abrazo.
Al final, la soledad
no es más
que la guerra de un
loco: la guerra de uno
contra sí mismo.
Autor: José Sánchez Llamas.
Al final, la soledad no es más
ResponderEliminarque la guerra de un loco: la guerra de uno
contra sí mismo.