YVIR Y FELHIR
Los ecos de este
viejo lugar siguen presente
en el poder inmortal de
los bardos
que describieron su
historia,
donde comenzaron a
fusionarse
los castillos con las
rocas
para alojar el musgo
que habita en sus muros,
y entre susurros de
viejas victorias y derrotas,
cuentan que las hadas
de la noche
visitaron esta morada,
sobre la que hoy,
sólo existen ruinas y
cenizas de un pasado.
Cuentan que cantaban
en su cielo
los hechos de un amor
imposible,
cuentan que contaban
en la tierra
este cuento a los
niños antes de dormir,
para que creyeran que
lo imposible,
a veces, es posible.
Y así, comienza la
historia de Yvir y Felhir,
Él era un noble
soñador de ilusiones
que forjaba fantasías
a golpe de esperanzas,
ella poseía la
capacidad intrépida y curiosa
de alejarse de su
mundo y adentrarse en el nuestro,
hasta que una noche
pudo sentir
como una tristeza
ajena se convertía en propia.
Ella jamás había
conocido este sentimiento,
y se acercó al balcón
de Felhir,
para descubrir qué
pasaba...
Felhir acababa de
perder a su padre,
en una de tantas
guerras inútiles y absurdas
que únicamente sirven
para que otros venguen
el daño sufrido...
cuando se sintió
observado, y al mirar hacia fuera
descubrió a Yvir...
quedó mudo ante los
ojos con la mirada más limpia
que había visto en su
vida, y cuando consiguió reaccionar,
era tarde, pues Yvir se
desvaneció de su balcón y de la noche,
pero no de sus
sueños...
Aquella noche fue especial
para ambos,
los dos conocieron
algo que les marcaría para siempre.
Durante noches Felhir
esperó en su balcón
que volviera, pero no
tuvo éxito.
Yvir, por su parte,
quedó marcada con ese invisible
tatuaje dibujado en
el alma que la haría
pensar en Felhir a
cada instante.
Una noche Yvir
regresó mientras Felhir dormía,
para volver a ver al
mortal que tantas veces
había ocupado sus
pensamientos,
y Felhir despertó de
su realidad
para vivir el mejor
de sus sueños.
Comenzaron a hablar y
a conocerse
mientras el tiempo
devoraba las horas
con la misma rapidez
con la que agua
fluía en los arroyos.
Yvir regresaba cada
noche a la misma hora
para encontrarse con
Felhir en su real mundo soñado,
donde comenzaron a
amarse...
donde la mortalidad y
la inmortalidad
eran sólo presente...
Sin darse cuenta que
el tiempo corría en contra de Felhir,
que iba envejeciendo
mientras Yvir
continuaba tan
especialmente bella como el primer día,
hasta que un día
Felhir comenzó a sentir
el frio aliento de
los años en su piel,
y su corazón dejó de
latir.
Yvir volvío a experimentar la tristeza,
ese sentimiento ajeno
que se convirtió en propio,
estaban unidos y
separados por la tristeza,
pero Yvir no aceptaba
la muerte de Felhir...
Cuentan que cada
noche Yvir vuelve a este balcón,
para encontrarse con
el alma de Felhir,
para continuar
amándose aunque los separe la carne,
en este mundo soñado
de realidades,
donde los dos amantes
construyeron una historia real
que recordar en un sueño.
Y así, concluyen los
bardos la historia de Yvir y Felhir,
contando este cuento
en la tierra,
mientras las estrellas
cantan con su sordo silencio,
para consolar a la
bella Yvir.
Autor: José Sánchez Llamas.