LOBO SOLITARIO
La sorda noche no
escucha el silencio,
no oye el aullido
callado de los lobos
hambrientos de deseo,
de lobos que, al
igual que yo,
buscan escaparse de
su manada
y buscar otro
silencio, otra noche, otros cuerpos
hambrientos de
placer.
Muriendo en el
recuerdo deambula por mi mente
de hemisferio a
hemisferio el último cuerpo
desconocido al que
deseé arrancar la ropa con mis manos
para vestirlo de
caricias conocidas a mi tacto, y nuevas al suyo,
Sé que la noche es
una mala confidente, y sin embargo,
cada noche la hago
confidente de mis anhelos,
en calladas súplicas
ignoradas que sirven de alivio
a la carga cotidiana
de mis días.
No he dejado un sólo
instante de pensar en cada milímetro
de su piel que
recorrió mi vista adueñándose de mi instinto
más primario y menos
elegante.
¿Dónde queda la razón
que nos diferencia de los animales cuando
el deseo se apodera
de nuestro instinto?
Dejamos entonces de
ser animales racionales,
para ser simples
animales que se dejan llevar por su lujuria,
su lascivia, sus
deseos mas ocultos y menos confesables,
ni si quiera, a la
noche que tantas veces dejó de oír
nuestro aullido
pidiendo libertad, pidiendo otro cuerpo
que devorar con
nuestra pasión mientras lo amamos
hambrientos de esa
sed inconfesable que habla a solas
con el cuerpo que
recogimos al nacer y dejaremos con la muerte,
con este vehículo
pasajero de sentimientos, emociones y quejas.
Hoy dejé de ser
humano para ser ese amante animal,
ese lobo que vaga
siguiendo el rastro de una presa diferente cada día,
de una víctima
anónima con la que alimentarse,
y sediento de
encontrar cuerpos nuevos
Hoy dejé de ser humano para ser ese amante animal,
ResponderEliminarese lobo que vaga siguiendo el rastro de una presa diferente cada día,
de una víctima anónima con la que alimentarse,
y sediento de encontrar cuerpos nuevos
con los que yacer, sentir y olvidar.