DESOLADO CREPÚSCULO DEL ALBA
La muerte sostenía su
mano, aferrada al leve
hilo de vida que nos
convierte a todos
en marionetas de una efímera
realidad
y aferrada a la
existencia de sus horas
su corazón se convirtió
en el reloj que medía
el curso de su supervivencia
en latidos.
Así, lograba vivir
del tiempo que vivía
de nosotros, bajo el
desolado
crepúsculo del alba.
Autor: José Sánchez Llamas.
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