EL GUARDIÁN DEL CAMINO DE LOS JUSTOS
Bajo los escombros de
viejas catedrales de barro y runas
descansa, en paz, el
espíritu guerrero
del guardián del
camino de los justos.
Protector del sendero
que guiaba a los hombres
por los desfiladeros
tenebrosos de hojarasca y musgo
en la noche de todas
las noches,
cuando la luna jugaba
esconderse entre las sombras
de carbón y penumbra
que vestían el cielo.
Los que deben su vida
a él escribieron
su historia
derrotados por el valor de sus lágrimas
que se fundieron con
la tinta forjando una marca
deshonrosa para
quienes no aprendieron a llorar.
Pero, entonces, eran
otros tiempos
y el acero dominaba
la voluntad de los hombres
que medían la gloria
de sus actos por el número
de batallas de las
que habían regresado victoriosos.
Entregaban su vida y
su honor a quienes se habían ganado
o comprado su respeto,
y se encomendaban al guardián
para que los
protegiera del peligro en el camino
y les entregase parte
de su coraje.
Pero, entonces, eran
otros tiempos
y la memoria viva de
los hombres se divulgaba
de aldea en aldea
entonando canciones
al calor de una
hoguera...
Llegaron cada vez más
inviernos y la gente
dejó de reunirse, y
el guardián del camino de los justos
fue envejeciendo
hasta perecer en el olvido
de los sueños para
descansar en el letargo
de viejas catedrales
de barro y runas.
Autor: José Sánchez Llamas.