PARA NO HERIRTE TANTO
Cuando te conocí
quise borrar todo el daño
que te habían hecho
todos los hombres que
habían pasado por tu vida
antes que yo,
y te quise cuidar, y
te quise proteger hasta olvidar,
por un instante, que
yo también soy hombre,
que tarde o temprano
discutiremos por cualquier
cosa absurda de la
que, tiempo después,
nos arrepentiremos,
pero para entonces ya
habremos discutido
aunque yo no quiera
eso, ni tu lo busques...
Tendremos nuestra
primera disputa,
nuestro primer error,
el primer cuchillo
arrojadizo que lanzarnos
en forma de reproche en
la siguiente,
y así iremos
acumulando faltas
hasta conseguir que,
poco a poco,
perdamos ese aspecto de
interés
que tanto nos atraía
al principio.
Dejaremos de ser
gente especial,
para convertirnos en
gente común
que comparten algo
cada vez más y más deteriorado.
Se perderá el sentimiento
de nuestros besos,
y el calor de
nuestros labios congelará
la piel que nos ofrecen
para darles la bienvenida.
La rutina acabará con
la capacidad de sorprendernos,
una a una irán
desapareciendo esas emboscadas
donde se asaltaban
nuestras sonrisas una a otra,
pero para entonces ya
no quedará nada...
nos molestará nuestra
compañía,
se eternizarán las
horas de convivencia
y volarán las horas
de trabajo hasta llegar al punto
de que cada vez
cueste más cruzar por esa puerta
y saber que nos
encontraremos.
Seremos tan cobardes
de aguantar, así,
fingiendo que luchamos
por salvar algo que
murió hace mucho tiempo,
esperando a ver quien explota antes
y consigue ser
valiente,
y admitir que dejamos
de conocernos, y que ahora,
somos dos extraños
que comparten su vida,
que nuestra felicidad
no ha sido
tan eterna como
imaginamos...
Cuando te conocí debí
dejar de querer conocerte
para no herirte
tanto.
Autor: José Sánchez Llamas.
Cuando te conocí debí dejar de querer conocerte
ResponderEliminarpara no herirte tanto.