LA MALA COSTUMBRE DE MIS BESOS
Siempre tuve la mala
costumbre de acostumbrar
a mis besos a otras
bocas
saboreando la mejor
caricia que otros labios
podían regalarme
ofreciendo todo su deseo
en un contacto leve,
sinuoso e incitante
que excitaba nuestra
conducta,
precipitando una sed
irreverente de bebernos
morro a morro, de
mordernos y jugar a ser traviesos.
Siempre portarse mal
fue más divertido que portarse bien.
Siempre portarse mal fue más divertido que portarse bien.
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