ADALID DE CUALQUIER BATALLA
Quise volver a sentir
la delicada suavidad de sus manos
siguiendo la deriva
de mi piel, en una eterna caricia
que pudiera sentirse
hasta el alma, marcando a su paso
una estela de
silencio en memoria de todo el tiempo
que perdimos, y sin
más lenguaje que el de nuestras miradas
quise inmortalizar su
rostro sonriendo para poder recordarla,
siempre, y
convertirla en el adalid de cualquier batalla
que el olvido me
plantease.
Autor: José Sánchez Llamas.
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