ROJO SOBRE BLANCO
En el invierno de
todas mis soledades
los árboles susurran
a la noche su triste
canción de belleza,
mientras las aves
de mi conciencia
devoran la carne, con la cadencia
lenta de saborear
cada herida, impregnando
el suelo de un rojo
sobre blanco, dejando fluir mi sangre
sobre el ayer helado
de unos recuerdos congelados,
para despertar del
letargo a todos esos sentimientos
que la vida cultivó
hasta arrebatarte de mi lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario