COSIENDO UNA PENA DE SAL A SU PIEL
Las lágrimas bordaron
su rostro con llanto,
cosiendo una pena de
sal a su piel
que marcaría el adiós
de nuestro romance,
mientras ella fue
alejándome, cada noche,
más y más, de su
ventana, dejando sin muros
que escalar a mi valiente
voluntad de conquistarla.
Aquella vez, fue la
última triste caricia
de sus ojos a mi
mirada mientras la noche
iba arropando mi
cuerpo con su sus oscuridad
para consolar el
dolor de este Don sin Juan
y este Juan sin más
Don que el de entregarse
aún cuando ha
perdido.
Autor: José Sánchez Llamas.
Las lágrimas bordaron su rostro con llanto,
ResponderEliminarcosiendo una pena de sal a su piel
que marcaría el adiós de nuestro romance,
mientras ella fue alejándome, cada noche,
más y más, de su ventana, dejando sin muros
que escalar a mi valiente voluntad de conquistarla.