EN LAS RUINAS DE MI EDÉN
En las ruinas de mi Edén
guardo
la frescura del primer
verso,
la grácil caricia
grata de pluma con el papel,
la sed de pureza que
guarda la belleza más etérea.
En las ruinas de mi
Edén quedaron
las noches en las que
el eco del silencio
me gritaba tu nombre
al son de una dulce melancolía
que me hacía
recordarte mientras te escribía
apasionadas palabras,
a vida o muerte,
en una operación a
corazón abierto,
mientras mi última
dosis de talento
se difuminaba como
gotas de tinta en un vaso con agua.
En la ruinas de mi
Edén aprendí a amarte
entre los restos de
aquel poema
que escribí tantas
veces con diferentes palabras,
pero siempre con el
mismo sentimiento...
y sin
arrepentimiento, pena ni culpa
sobran las disculpas
de este torpe escudero
que no supo servir
como se merecía
al todopoderoso amor,
señor de mi deseo,
que me hacía
encontrarte cada noche,
ante cada nuevo folio
en blanco por esculpir.
Entre los escombros de
mi ingenio
yace el esqueleto de
mi prosa,
oculta ante los ojos
por el polvo
de estos legajos
acumulados
en una mente tan
imprevisible como sorprendente.
Soy un desertor del mundo vagabundo de la rutina
que te busca en cada
esquina,
para jurar la
constitución de tus besos
porque quiero que,
tú, seas mi patria.
Soy un desertor del mundo vagabundo de la rutina
ResponderEliminarque te busca en cada esquina,
para jurar la constitución de tus besos
porque quiero que, tú, seas mi patria.