LA RUTINA DE UNA
TRISTE SOLEDAD
Las olas mecieron la
calma sobre sus pies,
mientras dejaba que
el viento con su cálida caricia
apartase de su rostro
las últimas lágrimas
de otro amor perdido,
al que entregó un corazón
cuyos restos
naufragan entre una pleamar
de sentimientos que
vuelven a doler como
la familiar rutina de una triste soledad.
Autor: José Sánchez Llamas.
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