DISTANTEMENTE EXTRAÑOS
Rompí el cristal que me impedía
acariciar mi última madrugada,
y me escondí con el instinto nervioso
de quién espera llegar a la luna
con su infinito séquito de estrellas,
colgadas de un horizonte lóbrego
como muestra de una esperanza.
Arropado por la muda voz de mi sombra
intenté rozar el perfil brillante de aquella noche,
sin más palabras que las del silencio
que separaba el tacto de mi mano
y la luz que hipnotizaba mi vigilia.
Así fue, como sucedió la despedida
de dos amantes distantemente extraños,
que manifestaron su locura mostrando
el tácito lenguaje que los unió.
Autor: José Sánchez Llamas.
Rompí el cristal que me impedía
ResponderEliminaracariciar mi última madrugada,
y me escondí con el instinto nervioso
de quién espera llegar a la luna
con su infinito séquito de estrellas