UN CUARTO QUE RESPONDE AUSENCIA
Son las
nueve de la noche de otro día cualquiera en el infierno,
y como un
idiota continúo repitiéndome al espejo
las palabras
que siempre faltaron, y que ahora sobran
entre
nosotros, entre el adiós que nos separó
y la puerta
por la que te alejaste con tu maleta
repleta de
decepción.
En esta
travesía de los amantes sin consuelo,
navega
solitario mi barco en el mar muerto
de nuestra
pasión, y te juro que me encantaría naufragar
y despertar
en la costa de otro cuerpo
que no es el
tuyo, pero estaría mintiendo,
como tantas
otras veces. Suplicando al tiempo
una marcha
atrás, en una despedida precoz,
alimentando
los pájaros que habitan en mi cabeza,
y me hacen
seguir imaginándote aun cuando me hace daño.
Lo bueno de
hablar como un loco frente al espejo,
es que no
puedes oír la cantidad de estupideces
que puedo
llegar a decir, lo bajo que puede llegar
a caer esta
alma combativa que, bajó los brazos sin ti,
y tras toda
una lacrimosa retórica de arrepentimiento
y dudas,
siempre termina respondiéndome el silencio,
el que
habita entre este hombre que habla,
y el vacío
de este cuarto que responde ausencia.
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