EL AUTOR QUE SOY
Cuando
agonizan las luces del último día
y llegas a
casa, cansado, te asomas a la ventana
a contemplar
la noche cerrada y piensas:
“creo que no
escribiré nada esta noche,
pues no hay
fantasía en el cielo que pueda inspirar”.
A
continuación, te sientas en la silla, frente a una pantalla
en blanco
que no cesa de parpadear, como las estrellas ausentes,
intentas
poner algo de música que te haga desconectar
de todo lo
anterior, cierras los ojos, y apoyas tu cabeza
en la mesa
esperando el susurro de las musas.
Cuando éste
llega, comienzas a teclear aquella
transcripción
muda que sólo tú escuchaste,
le intentas
dar un toque sencillo, para que todo
el mundo
entienda la importancia del lenguaje
visual de la
palabra.
Con ese
punto y final, antecedes a firmarlo,
y cargar con
la responsabilidad de la crítica,
aceptando
que no eres perfecto, y que debes seguir trabajando
para mejorar
el autor que eres.
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