CON LA TINTA DE UN LUCERO
Con
la tinta de un lucero te escribo estas letras que van más allá del cielo,
atravesando el infinito que separa la frontera de lo inmortal y lo mortal. Te
dibujo mediante palabras que ocultan mi voz rota al recordarte en el frágil
plano de la existencia, de aquello que fui siendo contigo y he dejado de
parecer sin ti.
Hoy, mi voz te nombra a gritos, como
todos los días, desde que faltas,
desde que
has abandonado mis ojos para alojarte en mis recuerdos y tatuarte,
aún más
fuerte, a fuego en mi pecho, encontrando un hogar en el seguir estando juntos.
Más allá de mi memoria física, mi
alma siempre logrará recodarte, por todo aquello que hiciste por ella, porque
la memoria de nuestras almas siempre nos prevalecerá, e irá más allá de
nosotros, hasta volver a encontrarse, y sonreír al reconocerse en un nuevo
plano en el que ya no importará, tanto, el tiempo de las cosas, ni existirá la
prisa. Un tiempo en el que volveremos a tener toda una inmortalidad para volver
a hablarnos.
Con la tinta de un lucero he
manchado mis manos, para dibujarte estelas en el universo de mi voz, en la
inspiración de mi locura, en la firma de este autor, que ha dejado de ser un
pintor de palabras, y desde que faltas, se ha convertido en un observador de
estrellas brillantes sobre las que poder cerrar los ojos, para tomar aire y
pronunciar tu nombre con la voz de mi silencio, para finalmente, suspirar y
dejar que mi aliento con tu nombre te busque de estrella en estrella.
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