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viernes, 29 de enero de 2016

PARA NO HERIRTE TANTO

PARA NO HERIRTE TANTO

Cuando te conocí quise borrar todo el daño
que te habían hecho
todos los hombres que habían pasado por tu vida
antes que yo,
y te quise cuidar, y te quise proteger hasta olvidar,
por un instante, que yo también soy hombre,
que tarde o temprano discutiremos por cualquier
cosa absurda de la que, tiempo después,
nos arrepentiremos,
pero para entonces ya habremos discutido
aunque yo no quiera eso, ni tu lo busques...
Tendremos nuestra primera disputa,
nuestro primer error,
el primer cuchillo arrojadizo que lanzarnos
en forma de reproche en la siguiente,
y así iremos acumulando faltas
hasta conseguir que, poco a poco,
perdamos ese aspecto de interés
que tanto nos atraía al principio.
Dejaremos de ser gente especial,
para convertirnos en gente común
que comparten algo cada vez más y más deteriorado.
Se perderá el sentimiento de nuestros besos,
y el calor de nuestros labios congelará
la piel que nos ofrecen para darles la bienvenida.
La rutina acabará con la capacidad de sorprendernos,
una a una irán desapareciendo esas emboscadas
donde se asaltaban nuestras sonrisas una a otra,
pero para entonces ya no quedará nada...
nos molestará nuestra compañía,
se eternizarán las horas de convivencia
y volarán las horas de trabajo hasta llegar al punto
de que cada vez cueste más cruzar por esa puerta
y saber que nos encontraremos.
Seremos tan cobardes de aguantar, así,
 fingiendo que luchamos
por salvar algo que murió hace mucho tiempo,
esperando  a ver quien explota antes
y consigue ser valiente,
y admitir que dejamos de conocernos, y que ahora,
somos dos extraños que comparten su vida,
que nuestra felicidad no ha sido
tan eterna como imaginamos...
Cuando te conocí debí dejar de querer conocerte
para no herirte tanto.


Autor: José Sánchez Llamas.

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