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domingo, 30 de marzo de 2014

LOBO SOLITARIO

LOBO SOLITARIO

La sorda noche no escucha el silencio,
no oye el aullido callado de los lobos
hambrientos de deseo,
de lobos que, al igual que yo,
buscan escaparse de su manada
y buscar otro silencio, otra noche, otros cuerpos
hambrientos de placer.
Muriendo en el recuerdo deambula por mi mente
de hemisferio a hemisferio el último cuerpo
desconocido al que deseé arrancar la ropa con mis manos
para vestirlo de caricias conocidas a mi tacto, y nuevas al suyo,
Sé que la noche es una mala confidente, y sin embargo,
cada noche la hago confidente de mis anhelos,
en calladas súplicas ignoradas que sirven de alivio
a la carga cotidiana de mis días.
No he dejado un sólo instante de pensar en cada milímetro
de su piel que recorrió mi vista adueñándose de mi instinto
más primario y menos elegante.
¿Dónde queda la razón que nos diferencia de los animales cuando
el deseo se apodera de nuestro instinto?
Dejamos entonces de ser animales racionales,
para ser simples animales que se dejan llevar por su lujuria,
su lascivia, sus deseos mas ocultos y menos confesables,
ni si quiera, a la noche que tantas veces dejó de oír
nuestro aullido pidiendo libertad, pidiendo otro cuerpo
que devorar con nuestra pasión mientras lo amamos
hambrientos de esa sed inconfesable que habla a solas
con el cuerpo que recogimos al nacer y dejaremos con la muerte,
con este vehículo pasajero de sentimientos, emociones y quejas.
Hoy dejé de ser humano para ser ese amante animal,
ese lobo que vaga siguiendo el rastro de una presa diferente cada día,
de una víctima anónima con la que alimentarse,
y sediento de encontrar cuerpos nuevos
con los que yacer, sentir y olvidar.




Autor: José Sánchez Llamas.

1 comentario:

  1. Hoy dejé de ser humano para ser ese amante animal,
    ese lobo que vaga siguiendo el rastro de una presa diferente cada día,
    de una víctima anónima con la que alimentarse,
    y sediento de encontrar cuerpos nuevos
    con los que yacer, sentir y olvidar.

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